Quedaste libre de cadenas
de llantos desgarrados
por un golpe cruel del destino
y fui pañuelo en tus ratos amargos.
Llegué tarde a tus brazos
cobijo de amores frustrados
desahogo de la carne y el cuerpo,
debilidades del ser humano.
Y vi en tus ojos arder la llama
¡Cuando menos lo esperaba!
Sentí el preludio en tu mirada
de una meta ya ganada.
Llegué tarde a tu corazón
ocupado de esperanza,
te vi gozar con su presencia
combatiendo el cuerpo y la razón.
Fui cómplice de vuestro amor
a sabiendas que te perdía,
el cuerpo minado por el dolor
pedía a gritos fueses mía.
Y vi la sonrisa iluminar tu cara,
temblar tus labios con su llamada,
y en aquella noche clara
sospeché, que serias amada.
Salí en tu busca angustiada,
y descubrí tus labios los suyos rozando
fundiéndose dos cuerpos en un abrazo.
Salí en tu busca y encontré la nada.
Desanduvieron mis pasos el camino,
mis ojos, sin fuerza para el llanto
escondieron la pena en el silencio.
Supo el corazón que había perdido.
Copyright Fini López Santos
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