Tu semblante me entristece
tan decaído, tan ausente,
qué pareces estatua inerte
y hasta el viento enloquece.
Tus labios me dicen
lo qué ordena tu mente,
y aún queriendo olvidarme
tus ojos, no mienten.
Tus manos suaves al tacto
se tornaron árido desierto
tan pequeñas, tan cansadas
qué me incitan a besarlas.
“Qué tristeza hay en tu alma
qué ni ocultarla puedes”
Te destapas cuando hablas
yo, acepto tus despliegues.
¡Si devolver pudiese
a tu vida la confianza,
si me dejases ayudarte
a conseguir la calma!
Amor, extiende tu manto
en su piel desierta
que sea para él mi beso
como el agua fresca.
En mis carnes tan vivo
tan dormido en sus venas
amor, a veces pienso
si no serán quimeras.
Copyright Fini López Santos (2012)
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