Me perdonaste toda travesura
y en su erupción la sangre no cesaba,
cráter mi pecho de ardiente calentura
arrasando a tu paso toda compostura.
¡OH! Suave opresión, lenta tortura,
calor del cuerpo que el sol quemaba
y lentamente saboreaba
entregando miel a mi locura.
Moruno cual jeque, así te quiso
perverso, entre el amor de tu paraíso
que mismamente tu cuerpo luce.
La sombra de mi sombra eres
con el perfil alzado suavemente,
aquel que tuve a veces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario