miércoles, 9 de marzo de 2011

Princesa




Le costó abrir los ojos 
y mirar atrás sin recordar 
¡Porqué aquella tarde! 
Intentó día a día desechar 
aquella angustia y sus sollozos. 

El dedo en sus labios 
fue hierro candente 
y su garganta quedó sin voz, 
su amor fue inexistente 
fueron suyos todos los miedos. 

Y en brazos del ángel caído, 
tumbada en el lecho 
al borde de un abismo, 
fue piltrafa y desechos 
toda ella fue gemido. 

De nuevo la tormenta, 
como aquella tarde 
cuando las caricias 
fueron puñaladas 
su corazón murió en alerta.

Copyright Fini López Santos.
Fotos de la red




                             



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