Foto de mi autoría
En aquel remanso de paz,
con infinita ternura mi dedo
en tus labios se posó y
lentamente los acarició.
Vi en tus ojos el silencio
acusador por mi atrevimiento.
Tu mano, cayó con fuerza sobre
mi brazo en un arranque de impotencia
y mis ojos lanzaron puñales cuando
nuestras miradas se encontraron,
tímidamente recogí el antifaz.
¡Nunca debí quererte tanto!
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