Foto de la red
Y en el centro de la carpa
con su nariz engarzada
pendiente de la niña
el payaso estaba.
La vio sonreír, pensar
saludar y cantar
con la mirada fija
sin perderlo de vista.
Se nubló su horizonte
cuando estuvo de frente
y descubrió unos ojos
muertos, de vida llenos.
Y se escuchó el estruendo
de su falsa risa, se vino abajo,
a la par que dos lágrimas
rodaban raudas por sus mejillas.
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