domingo, 13 de enero de 2013

Tu visita

Fotos de la red

Cierto es, que el ambiente era propicio y los días no ayudaban con aquella sospecha
que tanto la llevaba de cabeza -dejar de preocuparse-, era poco probable y menos
después de aquella noche.
Llevaba unos días en que nada estaba donde ella lo dejaba, aquella tarde cuando
regreso del trabajo, algo la turbaba sin saber...
–Son esas sensaciones en que sabes que algo tiene que ocurrir, pero, ¿el qué?-.
El subconsciente le avisaba de alguna manera. Abrió la puerta y...
Aquel perfume le era familiar, pero ella no lo usaba, además que era muy varonil,
y ella vivía sola –por un momento, tuvo miedo-.
No había duda alguna, alguien había estado en su apartamento.
Se adentro dejando la puerta abierta, pues temía salir huyendo, la sensación era
de paz si no fuese por las pruebas que reafirmaban sus sospechas.
Los cojines del sofá estaban dispuestos de tal forma, como si alguien hubiese
estado recostado en el...Dos en cada extremo, uno encima de otro -ella siempre
los tenía en línea pegados al respaldo-, se quedo quieta en medio del salón, pendiente
de las escaleras que subían a la planta primera, noto una brisa a su lado y un escalofrío
la erizó toda, una brisa fría, como de alguien que pasa corriendo, la puerta se cerró de
un portazo y ella gritó de tal modo que soltó toda la tensión acumulada.
Tan solo fue una ráfaga de aire y ella estaba en mitad de su trayectoria -pero el susto
fue tremendo-, sonrió y sacudió su cabeza de un lado a otro.
-Seguro que esta mañana no recogí el sofá antes de irme –se dijo, así misma-, anoche
me quedé dormida en el, ¡pero no recuerdo habérmelos puesto bajo los pies!
Intentó quitarle importancia y decidió de una vez tranquilizarse, lo necesitaba, de un
tiempo acá todo eran nervios...desde que le conoció.
Pero hoy, la gota colmaba el vaso y los sobresaltos aún no habían terminado.
En la cocina le esperaba otra sorpresa, sus bayas de Goji estaban distribuidas en dos
montoncitos, veinte y veinte, como si alguien la estuviese invitando a tomarlas en su
compañía, y esta vez si pregunto:
¿Quién hay? ¿hay alguien? ¡No tiene gracia alguna!.Nadie contestó.
Cómo marcó el teléfono y llamo a su amiga, era algo que no recordaba, pero
Adelaida estaba allí, escuchando sus explicaciones, intentando ser coherente con sus
interpretaciones, abrazándola...                        
-Tranquilízate Mabel, tiene que haber sin duda una explicación lógica.
-Lógica, cómo ¿qué? –preguntó-. ¿A caso crees que estoy perdiendo la cabeza?
-No dije eso.
-Perdona...no sé qué me pasa.
-Pasa, Mabel, que desde que te enamoraste, perdiste esa seguridad aplastante de la
que eras dueña, por fin eres humana. Te sientes vulnerable, tienes miedo que el
descubra tu sensibilidad, o tu secreto.
Tal vez tuviese razón su amiga, pero no...ella había querido y mucho, pero enamorada...
¿Alguna vez lo estuvo?






Vivía tranquila, sola, sin tener que dar explicaciones a nadie ¡era libre!.
Nunca fue libre cuando amo. 
Los recuerdos se agolpaban en su mente y deshecho las sensaciones de estos días
atrás, no iba a permitirse caer de nuevo en la trampa...¡Esta vez no!
-Té equivocas Adelaida, no sé que urde tu mente pero estas totalmente equivocada.
-Disculpa, entonces, no te importará saber que vino a despedirse de mi, me dijo que
no pudo contactar contigo y que ya no le quedaba tiempo.
Se marchó esta mañana.
Mil mariposas revolotearon en su estómago y notó como su cuerpo, se tornó pesado,
abandonado.
Olvidó temores, extrañas coincidencias y se vino a bajo al recordar las palabras de
Alfonso, aquella tarde de Noviembre, cuando, entre risas y confidencias, él le dijo:
-Déjame quererte.
Desde aquélla tarde, nada volvió a ser igual, ella lo esquivaba, se sentía débil a su
lado y eso, no iba a consentirlo, y mucho menos demostrárselo.
Fueron unos segundos, que a ella le parecieron eternos, pero pasaron
desapercibidos para su amiga, o al menos, eso demostró.
-Siento haberte molestado Adelaida, no sé cómo, pude perder los nervios de esa
manera, tendrás que terminar tu ponencia y yo robándote el tiempo.Me daré una
ducha y me iré a la cama. Y así lo hizo cuando ella se marchó.
Estuvo inmersa bajo el agua tibia, hasta desgastar la piel y con ello, parecía que
las punzadas del corazón disminuían.
Tomó un gran tazón de cereales con miel y se metió en la cama, no sin antes,
dar un vistazo al sofá, como si este quisiera hablarle.
Despertó entre sueños agitados, sudorosa, le estallaban las sienes, fue poseída
de la forma más sutil y placentera jamás experimentada, fuera llovía, una lluvia
tenue, silenciosa, quedescaradamente pugnaba por entrar tras el bamboleo de
unas cortinas, que celosamente guardaban su intimidad.
Más calmada, se dirigió hacia la ventana, para respirar el olor a tierra mojada
que tanto le gustaba y tuvo que abrazar su cuerpo fuertemente para detener un
gran escalofrío, que la hizo temblar toda, como lo hacían las cortinas al paso
de la brisa matutina.
Y él, él estaba allí, al otro lado de la calle, bajo la lluvia persistente y las manos
en sus bolsillos, se encontraron sus miradas y ella quedó hipnotizada.
Sintió las manos de él bajo su camisola y sus pechos respondieron a su estímulo,
se vio atada de manos al cabezal de la cama, con sutiles lazos de seda, sus
 piernas abiertas, no podían moverse y el placer recorrió sus entrañas.
Y comenzó a revivir nuevamente su sueño.
Cómo llegó él a su cama...nunca lo supo, una visita que jamás olvidaría.
Y se dejó llevar...

Copyright Fini López Santos









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