Foto de la red
Fueron cómplices de nuestros paseos
nuestras confidencias
tanto vivido, tantos gestos
que tenerte de frente me sublevabas.
Nuestras manos inquietas dialogaban
tocarse, examinarse, deseaban
tanto que retengo el deseo
de entregarme a tu abrazo.
Y se entregaron nuestras miradas
en aquella noche estrellada,
no hablaron nuestras bocas
no se rozaron las manos,
fueron tímidamente ellas
las que se dieron permiso para abrazarnos.
Y me fundí en tu abrazo
cálido, nervioso
y mis lágrimas rodaron
y nuestros labios sigilosos
con deleite se saborearon
hasta doler la boca de tanto beso dado.
El reconocimiento había terminado
y solo confirmamos
lo que antes habíamos soñado.
¡Nos amamos!
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