El ventanal semicerrado deja pasar algunas gotas frías
que con fuerza empuja el viento.
Llueve y el cielo es gris con dibujos de fuego.
En la mesilla de noche, un libro abandonado al que
el tiempo regalo el olor a viejo, que en las noches
de insomnio sirve para releer la historia que se fraguo en
el mar, un misterio que nunca termino por ser resuelto.
En la penumbra, la musa revolotea cual gaviota por la orilla
de su playa recogiendo con su pico hojas secas de las dunas
cercanas, donde los pasos de los visitantes forman caminos
inciertos de huellas con mensajes sin botella.
Por un momento parece que pasan todas las estaciones
perdidas en el laberinto de la vida vacía, obsoleta, que necesita
la metamorfosis a un tiempo mejor, donde el adiós no sea
doloroso, donde uno y otro vuelvan a el punto exacto donde la
complicidad y el respeto, llenen de nuevo el cuerpo ajado
por los años.
Las voces lejanas, de nuevo le traen su propuesta, los ojos
se tornan mares y la presión oprime su corazón cansado.
A partir de ahora...no mañana, ni pasado, ahora…deberá
aprender a quererse más.
Fini López Santos.