Aquella mañana, pesaban las sabanas,
la fuerza de la gravedad hacia presencia en ellas
parecían losas pesadas a diferencia de otras mañanas.
Ella, muy lejos de la realidad cotidiana, indolente y
abandonada en los brazos de Morfeo: se había
pasado la noche entre sueños ardientes, placeres
suaves furtivos; a veces era tal el contoneo de su
cuerpo, que bien podría decirse que emanaban
de sus entrañas pasiones explosivas…
De esas pasiones que se esconden a vistas de los ojos
de propios y extraños…
La mañana era triste, llorona, la niebla no dejaba
ver el frondoso parque que a lo lejos se intuía y
siguió retozando perezosa entre las sabanas,
su cuerpo deseaba las caricias de la desnudez.
Envuelta en sudor y rebosando de esa calentura
que atraviesa los poros desparramándose por
toda la piel, pedía a gritos le diese placer...
La noche a diferencia del día, en medio del silencio
abrumador de aquella casa y lejos de cualquier
humana mirada, tiene el efecto en su cuerpo
como si alguien invisible y escondido en lo más
profundo del inconsciente; abriera con llave del
baúl de los deseos tan fuertemente reprimidos…
En el letargo en el que se hallaba, escucho a lo lejos
los pasos uniformes, sigilosos del hombre de su vida
y como impulsada por un resorte se incorporo deseosa
que fuese cierto, pero solo era el deseo latente
de tenerlo a su lado…
En la caldera hirviente que eran sus sueños, su piel
cobro conciencia propia y su hermoso y apetecible
cuerpo como la fruta en su punto más dulce
de madurez, lleno estaba de sudor como si llevara
horas en la sauna…
Su calentura interna manjar de amor y deseo
emanaba efluvios en gotitas tan finas, que parecía
el rocío que en la mañana cubre las flores.
La calentura era tal, que parecía una
catarata térmica lista para ser devorada…
Pues era innegable que las carnes de su cuerpo
pedían generosas caricias y ella ayudaba a su imaginación
echada en la cama con su blanca desnudez.
Había amanecido, otra día más sin noticias suyas
¿Cuando fue la ultima vez que lo vio?
Le parecía una eternidad sin sus brazos, sin sus besos y
de nuevo comenzó a temblar, su cuerpo a mudos gritos
seguía reclamando una migaja de placer que como penitencia
ella se había negado en la noche, pero ahora si que lo haría, ¡si!
Pero nuevamente se negó, no estaba dispuesta de nuevo a caer
en esa misma ansiedad, tenía que olvidarle y las manos sobre su
cuerpo lastimado, negado por el placer contenido, no debían
ser reemplazadas por las de el.
¡Como acallar la hoguera al rojo vivo en el que se había convertido
su cuerpo hambriento y sediento en busca de placer al que ya
no se podía negar más!…
La ducha fue un calvario, sus manos
electrizaban el vello, el gel con aroma a rocío
¡Como le gustaba a Richard ese perfume!
ese mismo gel era cómplice de sus manos
y la incitaban a valerse de tan cremoso placer,
sus pechos reclamaban caricias que ella les negaba,
dolían prietos de deseo, de haber estado él
estaría saboreándolos, bebiéndolos, arrancándole quejidos,
deseos de seguir más y más, quizá estuviesen bajo la ducha o en el suelo
como tantas veces.
¡Como lo deseaba! ¡Como deseaba que su cuerpo!
temblara de placer, y de nuevo sus dedos caprichosos
jugueteaban con sus pezones, duros,
hambrientos de sus labios…
Se dejo llevar por los recuerdos del pasado cuando…
De pronto noto su presencia y esa magia irresistible
que te hace girar la cabeza y como si ella misma lo estuviese
esperando le dio un beso en la boca con toda desfachatez,
la miraba con avaricia, esa mirada libidinosa que desnuda...
¡Quedo atrapada en aquellos ojos que la embrujaban!
-¡Eres hermosa! estas apetecible
-Quizá luego te apetezca que te haga el amor
Atónita a lo que estaba escuchando, no pudo mas que
responder entre el asombro y la incredulidad.
-Viejo verde- no soy accesible para ti.
-Eso lo veremos- serás tu quien me lo pida.
-Ja ja- ¿también presuntuoso?
-¿Comemos juntos?
- Solo lo acepto de mis amigos y tú no lo eres.
- ¡Soberbia la Sirena!
Y se marcho como si no hubiese ocurrido nada, dejándola
absorta en ese letargo de perplejidad absoluta…
Eran recuerdos en tropel que llegaban sin límite alguno.
Aquella mañana cuando llamaron a la puerta y…
¿Pero quien te crees que eres, cómo me encontraste?
Allí estaba, apoyado en el quicio de la puerta como
si de un Adonis se tratara, la verdad es que lo encontró
apetecible, pero no se lo demostraría, a un no,
no le dejaría entrever que no se aparto de su mente
desde aquella mañana.
Todo eran recuerdos que confundían su realidad
¡Como lo echaba de menos!
Su cuerpo gritaba pidiendo sus caricias, sus ojos
dejaron caer un manantial de lágrimas
y la garganta sollozó hasta vaciarse,
dejando resbalar su espalda por la pared hasta sentarme,
apoyando la cabeza en sus rodillas y lloro, lloro
amargamente mientras el agua corría tibiamente.
¡Qué falló! ¡Qué hicimos mal!
Son caprichosos los sentimientos
Seco su cuerpo con el albornoz
¡Casi nunca lo utilizaba!
El se encargaba de sacarla con el calor de su cuerpo y
sacudió su cabeza como si al hacerlo, sus pensamientos
abandonasen ese rincón de la mente en el que se habían posado.
Preparo sin ganas un café y en ese momento llamaron a la puerta,
fue brutal el impacto, estaba allí, delante de ella,
con los brazos caídos, los ojos hundidos, demacrado,
se abalanzo sobre sus brazos y su voz la estremeció…
Sus pechos se fundieron en un abrazo desesperado y
su piel contenta reacciono soltando toda la adrenalina acumulada.
-Debieras estar presa por ladrona ¡me robaste el alma!
Sus manos apartaron de la cara de ella las gotas de agua que todavía
resbalaban de su pelo mojando sus hombros y el escote,
¡Como había deseado ese momento!
Se perdió en el mar que eran sus ojos y la llevo
meciéndose en sus olas, la acuno en sus brazos y la llevó
en volandas a la habitación sin mediar palabra, sin pedir permiso,
solo llevado por el impulso que dan las ganas de estar juntos,
el deseo de juntar sus sexos,
de comerse a besos, de no escapar del placer sublime
de tenerse, de reencontrarse, de amarse…
De pronto sintió las prisas por tenerle,
y el miedo a perderle de nuevo se apodero de ella dejándola
en un estado de abandono total, se dejo vencer con un
llanto desgarrado y fue la ternura personificada en las
manos del las que consiguieron sacarla de aquel
estado de catalepsia.
Fue soltando la bata de ella con premura,
sus manos, esas manos tan apetecibles, tan delicadas,
se deslizaban por sus hombros dejándola caer a los pies,
su hermosa desnudez quedó exuberante ante sus ojos y a su
piel afloraron los nervios lógicos del encuentro,
su reacción fue inmediata ¡La deseaba!
y ella lo deseaba enloquecidamente también
tanto o más que la primera vez.
Sus manos cogieron la cara de ella, su mirada la enterneció
y su boca a cámara lenta rozó la comisura de la suya
suave, casi sin rozar, como no queriendo, de pronto
los labios se encontraron, cerro los ojos y sintió
como los de el comían los suyos, primero uno, luego otro,
para meterlos prisioneros dentro de los de el, glotones,
saboreando la dulzura del deseo retenido…
La fue llevando entre besos hasta pegar su espalda
a la pared sujetando sus brazos en alto dejándola a su
merced, su boca se fue deslizando por el cuello…
Tan lentamente que creyó morir, su garganta dejo libre
sonidos de placer y al ver sus pechos trémulos, generosos,
¡Lucían bellísimos! Suaves, tersos santuarios de gozo…
Las rosadas aureolas parecían ruborizadas de saberse
que son el táctil botón que abre la puerta
del placer; y sus pezones eran insinuaciones,
incitaciones para arrancarle miradas perversas
de deseo…
Y recibieron sus pechos las caricias hambrientos
de sus besos, primero uno luego otro
¡Cuánto placer y disfrute!
Desafiantes orgullosos de captar sus momentos,
recibieron la primera lamida, tímida, era casi como
un saludo, para luego gozar turgentes de los besos,
deliciosos mordisquitos, y pequeños pellizquitos…
Porque beso tras beso, chupada tras chupada,
se conectaban en una sola honda de placer convirtiendo
en un húmedo tobogán su vagina, con la única
diferencia que por momentos dejaba de ser tobogán
para transformarse en un volcán a punto de entrar
en erupción…
Envueltos en aquel huracán de pasiones estaban,
cuando sonó el timbre de la puerta insistentemente,
Claudia, aturdida consiguió ponerse la bata y salir
a ver que ocurría, su acelerado corazón se podía
escuchar de lejos y su rostro acalorado le
daba ese aire especial de felicidad a pesar de
que el rictus de su boca con gesto fruncido aparentaba otra cosa…
Tardo en reunirse con su amor, cuando entro en el dormitorio
lo vislumbro en el lecho boca abajo, plácidamente dormido
o así pensó, se dejo caer a su lado con cautela deslizándose
por sabanas de seda sintiendo la suavidad de las mismas en su piel,
fueron segundos, para ella una eternidad cuando sintió el calor de
sus manos donde lo dejaron…
-¿Que paso Sirena?
-Umm..., no recuerdo…
-¿Estas segura?
-Bebías de mis pechos…
-¿Así, así?
-Sigueeee, no te detengas…
Y no se detuvo, retomaron caricias, besos desesperados,
abrazos encadenados hasta faltar el aliento y de nuevo
el revoloteo de mariposas en su estomago y la fiebre
del ardor cubrió su cuerpo.
Sus piernas se fueron debilitando, le sujetaron
sus brazos y se dejo llevar, para empezar
donde lo dejaron aquella fatídica tarde,
no quiero recordar…
¡Me vuelves loca amor…me vuelves loca!
El calor era sofocante,
quizá por el clima o las
calenturas propias de sus bajos.
Siguió besándolo sin prisas, pícaramente,
mientras acariciaba su pecho al descubierto,
su boca se detuvo en el lóbulo de la oreja y
su lengua exploro bajando por su cuello y viajo
a sus pezones, deseosos sienten el leve mordisqueo,
la separo un instante para coger aire, le costaba respirar.
Aflojo su cinto y fue deslizando sus pantalones, sus slips
y asomo su falo ¡poderoso!
Fueron dejándose caer en el lecho sin prisas,
saboreando sus labios, sus lenguas,
entrelazándolas con rabia,
retuvo su mano lamiendo dedo a dedo
con picardía, se estremeció,
¡Como le gustaba verlo perder el control!
¡Ummm, me sabes a chocolate!
Dijo ella con un ronroneo capaz de derretir al mismo diablo…
Asió la cara de ella besándola toda con desesperación,
con ansiedad contenida, los labios bajaban por su
cuello, sabía de su debilidad y jugando con el
lóbulo de la oreja arranco gemidos nerviosos,
su piel le deseaba, tanto, tanto, que hacia
daño pero se resistía a dejarse vencer...
Su boca siguió explorando
nuevos caminos llegando
con delicadeza
a sus pechos algo grandes,
capaces de darle el mejor de los gozos,
sabia que le gusta y era cruel,
se regodeaba de su placer y
descubrió una mueca de
satisfacción en su cara.
Sus labios bajan poco a poco
por su estómago hasta su vientre,
el placer era inmenso, y la piel
comenzó a transpirar,
el calor quemaba las entrañas y el
cuerpo se retuerce de placer, huye
pero las manos de el la sujetan,
no quiere perderla ni por asomo,
la asió con dulzura llevándola a sus brazos,
acunándola mientras separaba el pelo
de su cara para recrearse mirándola
¡Como le gustaba verla así, excitada!
La separo y de nuevo lamió, chupo
y mordisqueo sus pechos,
arqueo su cuerpo, momento en el
que el aprovecho para bajar
hasta su monte de venus,
¡Sigue, sigue! le imploro
y presintiendo el desenlace
lo deseo febrilmente y
su voz trémula por la pasión
le pregunto: ¿quieres?
¡Si cómeme toda!
Se acomodo sobre su cuerpo y sin tiempo a controlar su agitación
su boca se cerró sobre el sexo, suave, caliente de ella
explorando y aflorando cada gesto de amor, cada suspiro
y de nuevo subió por su estomago a su ombligo y su
vulva reclamaba su boca palpitando como loca…
Estaba exhausta, dejó que se relajara y ese fue su error,
en un descuido consentido, como una gacela salto
sobre su cuerpo sentándose a horcajadas sobre el,
se inclino para besarlo y
sus pezones duros, erectos, rozaban los suyos,
su boca comió la suya hasta doler,
los labios hinchados de placer y
esa mirada lasciva que la enloquecía hicieron el resto.
Acaricio sus brazos musculosos,
su pecho algo velloso que tanto le
gustaba acariciar y su vientre, ese vientre,
antesala del más dulce de los placeres…
Los besos quedaban dibujados en su piel como tatuajes,
bajo despacio jugando con su ombligo
y noto su sexo henchido de placer,
pasó de largo besando sus muslos,
siguió bajando por su entrepierna hasta llegar a sus pies
deleitándose con sus dedos y
arrancando sonidos irrepetibles,
-No seas cruel sirena y ella sonrío maliciosa…ummm
¿Me esperabas? Preguntó con picardía…
Subió poco a poco, trepo sin recelo,
se entretuvo en sus caderas y sus manos
juguetonas le acarician
bajando hasta tu sexo erguido, orgulloso,
latiendo de deseo
y le acaricio llegando al fondo de sus sueños
y su boca deseosa por darle placer lo engullo
avariciosa arrancando palabras
sentidas, gemidos de gusto que retuercen su cuerpo,
por momentos se viene abajo y le deja
-Quiero tenerte en mí, dentro muy dentro.
Me tendrás Sirena, me tendrás…
y sin mediar palabra
salio de la habitación ante el asombro de ella, no, no
otra vez no lo resistiría.
Escucho cerrarse la puerta de la calle,
quiso gritar su nombre pero su garganta,
su garganta no emitía sonido alguno y
comenzó a llorar desesperadamente…
Creyó volverse loca, creyó morir lentamente y en ese instante
en el que su cuerpo se abandonaba sintió la caricia
en su rostro y se abalanzó contra su pecho con los puños
cerrados golpeando con llanto desgarrado…
-¿Porqué, porqué?
-Lo siento, debí avisarte…
-Avisarme de ¿qué?
-Recordé que deje las maletas en el descansillo…
-Perdóname amor…
Y al escuchar sus propias palabras supo que ya no tenía
vuelta atrás, si alguna duda tenia quedo disipada…
¡Estaba locamente enamorado!
Y lo mejor era que se sentía pleno, feliz.
La lleno de besos, bebió sus lágrimas y sus caricias fueron
mas atrevidas, mas directas, le arranco quejidos de placer
como nunca los había escuchado, acaricio su sexo
húmedo, caliente, destilando placer y la sintió entregada…
La giro de espaldas, su respiración
agitada te pedía a gritos ser poseída, pero
el no escuchaba, sus manos la acariciaban toda,
sus labios expertos seguían besando y su lengua
lamía cada palmo de su piel confeccionando un traje de
saliva, sus manos cogieron las caderas de ella
levantándolas para elevar sus nalgas
y una de sus manos comenzó a explorar su sexo
hasta casi perder el sentido, tuvo su primer orgasmo…
Noto su sexo saltar hacia ella y apretó
suavemente su cuerpo contra su pene
caliente, duro, se giro lentamente, le pareció
un Adonis, poso su boca en la suya y entonces sucedió…
Entro en ella despacio, muy despacio,
deslizándose profundo,
su pene se acomodo en la vagina y las
manos de ella buscaron su punto de placer.
Su ritmo lento como el vaivén de las olas,
el cuerpo cansado entrando en un dulce sopor de abandono
le insta a realizar movimientos descontrolados y
el ritmo se acelera, se mueve rápida con espasmos,
gime, recibe y siente todo su cuerpo prieto contra ella...
Ahora solo son sonidos, sonidos guturales, sin sentido,
los movimientos son una incontrolable ondulación
la ansiedad llega a su cima, la boca de el impaciente divaga
sobre los pechos embriagados de besos y rodaron por el lecho
cambiando posiciones siendo ella la que cabalgaba…
Ahora era ella quien tiene el privilegio de poseerle.
Sus manos en la cintura ayudan a su cuerpo cansado casi exhausto,
llegando al delirio de este cortejo de ensueño y se dejo llevar
viajando rumbo a las estrellas,
mas, mas, sigue, sigue, sigue…
Dejo libres sonidos agudos, entrecortados y lo sintió
vibrar dentro de ella, sus movimientos al unísono sienten
que llega el momento, ese momento tan deseado ¡El clímax!
Sus ojos le suplican y su cuerpo se entrega, el rostro de el
tenso primero, por momentos placentero,
¡Yaa mi amor! Aaaaaah
Y amortigua los gritos contra la suavidad de su pecho.
Eres mío…solo mío y se dejo vencer para amarle,
entregándole el elixir desenfrenado de sus fantasías.
Derrotados los cuerpos, abrazados,
cayeron en un sopor más allá de los sueños
y esta vez estaba allí, a su lado extenuado.
¡Como no había de echarte de menos!
Copyright Fini López Santos
Fotos de la red