martes, 20 de diciembre de 2011

Vi llorar a la luna


Antesala de un sueño
Había una vez, una niña muy
linda, tan linda, como una puesta 
de sol, tenía unos ojos grandes y 
hermosos del color del cielo, en 
los días mas claros iluminaban
su cara y le daban alegría a su 
mirada. Su cabello abundante y 
sedoso, se tendía como una fresca 
cascada sobre sus frágiles hombros.
Aquella niña se llamaba Lupita.
Como cada mañana al despertar, 
Lupita daba gracias a Dios por el 
nuevo día, y contenta con sus 
libros bajo el brazo, recorría el trayecto 
de su casa a la escuela, saltando y bailando al igual que una mariposa. 
Era estudiosa, amable y soñadora, tenía una gran virtud la niña…su enorme 
y bondadoso corazón. Sus compañeras de clase la querían mucho, tanto, 
que siempre escuchaban boquiabiertas sus bonitos sueños y las aventuras, 
que escuchaban sin parpadear transportándolas a países lejanos y desconocidos.
Aquella mañana, como tantas otras compartiendo el tiempo de recreo…Lupita, 
comenzó a narrar con entusiasmo desbordado su último viaje, tan lleno de 
sorpresas, que aun estando despierta, no podía evitar el recordar con asombro. 
Estando Lupita rezando sus oraciones, comenzó a sentirse angustiada, 
a curiosidad la llevó a su ventana…y mirando a través del cristal, pudo 
observar el resplandor de la luna.
¡Vio llorar a la luna! Y la niña ni parpadear.
Las otras niñas comentaron al unísono ¡no puede ser! La luna llorando.
Si, creerme que no miento y al mirar de nuevo la niña, la vio tan triste…
tan triste, que se iba encogiendo poquito a poco como queriendo sin 
ser vista desaparecer.
Iba menguando y menguando ¡qué penita le dio!


¿Qué le pasaba a la luna de la niña?
que no podía lucir su plateada luz,
¿qué pesar la aquejaba? la niña se 
preguntaba…al no poder soportar 
anta tristeza quiso ayudarla 
¡si podía! 
Y le pidió a su buena estrella la
llevase a su lado para poder 
hablar con ella…
Su estrella la cubrió de luz y fueron 
ascendiendo hasta ella como un 
barco surca los mares y llegando 

hasta luna vio sus ojos inundados de lágrimas, pobrecita…como temblaba de pena.
Ay Lupita mi niña... ¡se me acaba los polvos de amor! sin ellos no pueden maquillarme 
y en las noches oscuras no puedo lucir resplandor ¡qué será de mí!
Seré un punto oscuro en el firmamento, no podrán seguir mi luz las cometas y luceros…
¿cómo podía ella ayudarla en su desdicha? ¡Y es que la luna tiene un secreto!
La luna es luna y a veces sol…
Cuando el sol enferma, la tierra no puede estar a oscuras y la luna gustosa lo sustituye.
Por las mañanas muy temprano, las nubes sacan brillo a su cara y la dejan reluciente 
como el oro, de ese modo poco a poco va asomándose tras el horizonte para iluminar 
la tierra con la luz que desprende se hace el día.
Durante las horas en que se transforma en sol, las estrellas sin ser vistas, bajan a la 
tierra y se mezclan con los humanos y van llenando sus cestas hechas de trocitos de 
algodón, con el amor que los niños le regalan… 
¿Hermoso verdad? Recordar ¡esto es un secreto!


Los luceros se encargan 
con su grandes molinos 
de lluvia, de convertir 
el amor regalado en 
polvos blancos y 
brillantes como copos 
de nieve.
Mas tarde, las cometas, 
transportan en sus largas 
colas, las cestas llenas 
de polvo, ante el niño 
Dios y él con su sonrisa los convierte en polvos de amor.
En el universo es mucho el trabajo, aunque parezca inmóvil el cielo.
Con esos polvos, las estrellas maquillan la cara de su luna y resurge iluminada 
en la noche para velar los sueños de los niños.
Pero la luna esta muy triste, el mundo se ha vuelto egoísta, guerrero…
nadie se pone de acuerdo.
Las guerras son cada vez más numerosas y el rencor y el odio anida 
en el corazón de los hombres formando una gran telaraña que impide 
el paso a todo lo hermoso y bello; farsas y mentiras, llevan el
desconcierto al corazón de los niños y si no lo remediamos, tal vez 
dentro de poco no habrá trabajo para las estrellas, os luceros y las 
cometas…
Mi cara no podrá ser maquillada, le contaba la luna a la niña …
Las noches serán tenebrosas…oscuras y todos los perversos 
del universo, aprovecharán la oscuridad para robar los sueños 
de los niños. Lupita se puso tan triste al escuchar a Luna, que le 
prometió llevar su mensaje a todos los niños del mundo, para que 
sus corazones sigan limpios y en ellos no exista
nunca el desamor y el odio.


Lupita con inmenso amor, enjugó 
las lágrimas de su lunita y cuando 
despertó creyó haber soñado
todo aquel dolor.
Para su asombro, encontró junto 
a ella una diminuta bolsita llena de
polvos de amor.
Vertió sobre las cabezas de aquellas 
niñas que tan atentamente la 
escuchaban ¡nada más y nada menos! 
Que los mágicos polvos con que se 
maquillaba la luna.

Recordad el sueño de Lupita y las 
palabras de Luna, cuando estéis 
tristes o tengáis alguna duda… 
si sois humildes y amorosos, 
tendréis siempre a vuestro lado 
allá donde vayáis una estela de polvos luminosos alrededor de vuestro gran corazón.
¡No lo olvidéis jamás! Ni tan siquiera cuando seáis mayores, en nuestro corazón…
siempre…siempre…ha de haber un niño.

Copyright Fini López Santos
(Derechos reservados)

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