Gélida mañana de un día de verano
cuando tu palabra fue cruel dardo
lanzado con su punta envenenado
¿Acaso esperabas el aplauso?
En tu cuerpo tienes corazón de piedra
ni late, ni siente, eres salvaje hiedra
que hasta la asfixia envuelve y trepa
cual serpiente soltando su lengua.
Como un boomerang a ti volverán
las lagrimas derramadas,
que la felicidad sea tu compaña
y a tu paso quede muerto el Alacrán
que pueda envenenar tus moradas.
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