Para Vanesa. Mi hija.
Estaba la luna aquél día
con un resplandor bello
sentada en su nube fría
peinándose el cabello.
Se juntaron las estrellas
para organizar una gran fiesta
y cantaron todas ellas
al son de la trompeta.
El Arco-Iris por escenario
y meteoritos por candilejas,
de nieve el mobiliario
y por luces las cometas.
La alegría fue unánime
y la algarabía contagiosa,
estaba la Luna sublime
con el candor de una Diosa.
Anunciaban el nacimiento
de una niña de largo cabello
morena, de cuerpo pequeño
y libre como el viento.
Fuiste dolor vivo
adormeciendo mi sentido
y supe en aquel momento
qué tú, habías nacido.
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