Aquella noche cuando nos presentaron
sentí aún tiempo, frío y miedo,
quizá sin saberlo me alertaron
y mi voz tembló ante lo desconocido.
Tu rostro de semblante sereno
y tu boca manjar de dulzura
llenaron el corazón de sentimiento
y tus manos me inspiraron ternura.
Sucedió una tarde, como en un sueño,
en qué transportada por tus dulces palabras
me entregue a ti sin reservas
y en la distancia te sentí mi dueño.
Qué amargos los días siguientes,
qué largas las horas de insomnio,
la mente gritaba palabras hirientes
pero el corazón ganó en dominio.
Después todo fue silencio
día tras día olvido,
marché lejos de tu recuerdo
intenté borrar mi sufrimiento.
Hoy vuelven del pasado los fantasmas
para anidar en mí pecho herido
sangrando de nuevo heridas ocultas
de un amor deseado y vivido.
Me pediste olvido,
y te di mi amor,
atrás quedaron las huellas de lo vivido
sin odio ni rencor.
Copyright Fini López Santos (2012)
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