Cada vez que amanece, siento frío
con la risa habitual, de costumbre
toalla en mano, rostro fúnebre
el espejo me mira y es cuando río.
Mirándome tiro de una cana inoportuna
con aire de dueña y señora,
porque la edad no perdona.
Abro el balcón y respiro tranquila,
jaleo, alboroto, risas
todo se llena de vida
cruzo el portal un día mas,
el autobús llega,
la aglomeración el cotilleo sin más,
parece la vida una verbena.
El timbre suena
fin del trayecto,
entras por la puerta
con la mejor de tus sonrisas
¡buenos días a todos!
cada uno a lo suyo, nadie contesta
están sordos.
Las tres, final de jornada,
recoges con prisas por llegar a casa,
preparas la mesa, comes algo
y te sientes sola en este mundo amargo
el desaliento te acompaña,
hoy te pesa el silencio
y el devenir del tiempo.
Y son las cinco
los niños llegan del colegio,
¡mamá! dime cariño….
el profe dice…
mi amiga quiere…
¿me ayudas con los deberes?
escuchas y asientes.
Llega el y el beso de costumbre,
¿qué tal el trabajo?
sin novedad alguna,
y todo suena a película inoportuna,
viene la tertulia después de la cena,
café, cigarrillo,
te cuenta y escucha atenta.
Buenas noches, te acuestas
llega un momento en que pesa la vida,
sonríes y piensas,
mañana será otro día.
Las ocho, vuelta a empezar, la prisa...
un día y otro, cuanta monotonía.
Y a ti, ¿a ti quién te escucha?
Copyright Fini López Santos.
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