El jardín esta triste, desnudo,
sus hojas bailan descontroladas
y como en una pasarela de alta costura
se exhiben orgullosos al mundo.
Los gorriones parecen no tener frío
¡Se escucha el silencio!
Desde mi ventana
la tibieza del sol se adivina,
el parque esta mudo
en su devenir nostálgico
llora tu ausencia
y un rayo descansa en la cancela
guardando un perfecto equilibrio.
¡Siento frío!
El banco, sabedor de tantos secretos
cambio su color preferido,
abandonado por todos
se torno obsoleto
en aquel rincón bajo los abetos,
desolado y quieto.
¡Qué frío siento!
Anduve nuestro paseo
sin encontrar consuelo
y divise un corazón
dibujado con mí nombre
al que le pusiste la flecha en el borde.
¡Ni aquí quiero que tu corazón llore!
¡Y escuché tu nombre!
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