Si en aquel encuentro inesperado
nuestros ojos, mudos hubiesen quedado,
hubiésemos perdido el encanto
de las palabras silenciosas
llenas de matices.
Si en aquel momento nuestros brazos
no se hubiesen fundido en el abrazo
sentido, tantas veces deseado,
hubiese muerto nuestra complicidad
compartida tantas veces.
Porque mi sueño, mirarse en ti necesita
para alzar el vuelo, planear en cada caricia
del oasis de tu cuerpo y en el acantilado
de tu boca, perder hasta el aliento.
Nuestro encuentro, fue diálogo eterno.
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