Entre la puerta semi abierta
vio y admiro su piel
desnuda de adornos,
vestida de madurez.
Sus gestos como respuesta
a su quehacer fiel,
como imán a sus manos
ofrecían su desnudez.
Quedó inmóvil sobre sus pechos
a su mirada expuesta
y soñó el caminar de sus dedos
recorrer su espalda cual funambulista.
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