Escuchando a Barbra Streisand, tuve el presentimiento de tu
llegada y cuando miré, ahí estabas. ¿Me tendrás en ti, amor, sí?
No merezco todo lo que dices de mi, no, no lo merezco,
aun así, tengo el regusto de leerte una y otra vez
y otra vez más…y pienso y leo y leo y pienso….
¿Por qué esta sensación? Mi mente me dice: Es él,
y tienes pinceladas de Quijote, y yo soy tu dulcinea y
de pronto eres Robinson Crusoe y yo el madero al que te acoges.
¡Loco tú! Bendita locura que me transporta y me lleva lejos,
tan lejos, que cuesta volver sobre mis pasos sombríos.
Quizá no debieras pensarme tanto…
Cuando creo saber algo de ti, cuando empiezo a conocerte
¡Qué ilusa! Me sorprendes de nuevo y das al traste con todo.
No te rías, no, qué es cierto lo que digo y a veces me apareces
como un niño grande y me digo…
¿Y si resulto ser la maestra que recitas?
Me hablas de una isla, la tuya, la mía y el mar ummm…
No digas que me aburres amor, soy y me siento feliz
por dignarte a pensarme, me siento una diosa.
Y sobre nosotros, el cielo, “viviendo la vida en paz”
como dice: John Lennon—Imagine.
No quiero pensar en pasado, ni en futuro, somos presentes
y este, es el que guía nuestra estrella…te lo dije antes, soy
afortunada, ¿A cuantas mujeres le regalan poemas cada día?
¿Crees que puedo olvidarme de tus palabras?
“Haré poemas para ti, no los escribiré, no, te los susurraré al oído”.
“Qué tú seas el empezar y el terminar de todos mis pensamientos”.
¿Crees que con estas cosas que me dices te puedo olvidar?
Somos dos que se complementan, más allá de la distancia.
Quizá no debiera amarte tanto…
Abrígate, no cojas frío amor, no tiembles y si has de temblar,
que sea de sentimiento, porque tú eres para mí, la serenidad de
un paseo a la luz de la luna, donde se escucha el silencio, donde
enlazadas nuestras manos, sin hablar, nos comunicamos.
Que solo tiemblen nuestros labios al ser besados.
Besos dulces, besos salados.
Tu Gurú.
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