Ya es tarde para rescatar
el tiempo punzante
por alfileres de desdén,
de nada sirven los gestos
inútiles en el intento de acercar
tu boca y tus juramentos.
No sólo callar es la muerte,
ni cerrar los ojos y no verte,
es también del respirar el vaivén
que deja sin vida el aliento
y el alma en punto muerto.
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