Foto de la red
Me detuve en seco, como un imán, mis ojos se encontraron con los tuyos, me decían:
¡Sígueme! Hay miradas que hablan...como la tuya.
Estabas en la acera de enfrente, algo escondías a tu espalda, seguí tu mirada
y entre la multitud, la vi, era ella, ¡seguro! Su sonrisa la delataba.
Nerviosa acudía a su cita, bella, jovial, al verte le entraron las prisas, parecía correr
a cámara lenta sorteando a la gente que marchaba en contra dirección.
Llegando a tu altura fue ralentizando su carrera y cuando estuvo frente a ti, sacaste
de tu espalda una rosa roja. Se la entregaste y os fundisteis en un abrazo
culminándolo con un beso. Todo fue en segundos.
Escapasteis de la mano, no sin antes despedirte de mi con una sonrisa,
mientras mi acompañante me pedía premura, no entendía el porque de mi quietud,
ni que era lo que miraba.
Llegue a pensar por un momento que lo soñé. Pero no, fue real, dejaste caer
un pétalo en la acera como regalo.
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