Llegaste al corazón
como el tenue aroma de una rosa
entraste sin permiso a la sazón
en este pecho lleno de prosa.
Te filtraste por la sangre
impregnándola de aliento
sin saber si era tarde
para tanto descontento.
Subiste hasta el cerebro
mezclado con las neuronas
y supe que en mi pecho
asomaban viejas glorias.
Fundí tu voz en mi eco
queriendo poseerla toda
enseñando al fuero interno
no aceptase la palabra derrota.
Fuiste el abono del alma
resurgiendo de entre la escarcha
despertando al nacer el alba
cuando esta, marchita estaba.
Me enseñaste a querer sin prisas
dándole alegría a mi vida
anhelando llegase la cita
contigo, día a día.
Aprendí contigo escuchando
los tristes quejidos del viento
observe orgullosa el campo sembrado
y supe que valía la pena seguir amando.
Copyright Fini López Santos
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