Obra de arte:
Young Girl With Duck, de Adelaide Hiebel (1886–1968, estadounidense).
Ginebra "Varietés"
Reto de Febrero
"Emociones"
Tristeza, miedo, silencio, desidia, aburrimiento, cariño, alegría,
felicidad, enfados, disgustos, horror, malos tratos, confusión, dolor,
culpa, deseo carnal, traición, simpatía, vergüenza, desprecio,
admiración, asombro, satisfacción, amor, escalofrío
envidia, éxtasis, adoración, calma, dulzura.
Siempre hubo tristeza y miedo en aquel hogar, era costumbre que el silencio fuese el
protagonista de aquellas horas de desidia y aburrimiento hasta que el patriarca daba la
señal para ir a la cama.
Un buenas noches sin más, nunca hubo besos, cariño, alegría…
Tampoco hubo interés por cambiar la situación.
Un matrimonio mal avenido desde sus comienzos que se cargo de hijos porque los
mandaba Dios y un aguantar por el ciego y miedo respeto a los padres, el hombre siempre
llevaba razón.
La felicidad se ausentó siempre del hogar y en su lugar, enfados y disgustos llenaban las
horas del día a día.
La más pequeña de los nueve, se llevaba la peor parte, sin edad para trabajar y siendo muy
niña para quedarse a cargo de algún hermano, pronto conoció el horror de los malos tratos,
llenando de confusión y dolor una infancia en la que no faltó el deseo carnal por parte del
amo, dueño y señor de la finca en la que sus padres eran los caseros.
Con alevosía y a traición, destrozó para siempre la simpatía de aquel ángel, llenando de
vergüenza y desprecio el cuerpo que trató de esconder para siempre, llenando de culpa
su corazón.
Aquella mañana cuando daba de comer a sus gallinas, una morena pizpireta de rizos
hermosos, llego a su lado pidiendo con admiración la enseñase a buscar los huevos que
las ponedoras dejaban esparcidos por el corral. Asombrada y con satisfacción se sintió
importante ante aquellos ojos llenos de alegría y amor. Envidió aquella mirada de éxtasis
descubriendo lo desconocido.
No era ni más ni menos que la hija del patrón y un escalofrío recorrió todo su cuerpo, pero
Elisa no tenía culpa alguna de lo que pasó aquella noche aciaga y tormentosa.
Y desde aquel día, no hubo clases ni distinciones entre ellas, llegaron a sentir una admiración
mutua y un amor profundo que las unió para siempre, muy a pesar del patrón.
Cada una celebró el triunfo de la otra como si fuese propio y aunque Azahar nunca reveló el
maltrato y el abuso del que fue objeto, supo la rizos intuir lo ocurrido y trato de llenarla de
calma y dulzura, consiguiendo que brillase con luz propia.
Copyright Fini López Santos