Foto de la red
Se fundieron en un abrazo sentido y alguna lágrima atrevida asomó a sus ojos.
Era la primera vez que ella marchaba fuera, siempre fue al contrario y por pocos
días…en esta ocasión no tenía fecha de regreso.
Había decidido salir del país en busca de su felicidad, mentiría si en algún momento
no la tuvo, cuando todavía la inocencia era su bandera y sabía poco de la vida, esta,
se fue encargando de destronar todos los sueños…pero ella fue astuta y bajo llave
en su cajita de música, dejó escondidos aquellos que más le importaban…algún día
…algún día, podría rescatarlos.
Aquella noche llegó a su destino tranquila, un país desconocido para ella, pero…no
sentía miedo, su soledad no distaba mucho de la que había dejado atrás.
En aquél enorme andén, se sintió diminuta, liliputiense en una ciudad de gigantes
y un escalofrío recorrió su piel silenciosa desprovista de huellas, olvidada de la
calentura de sus sueños, y no era miedo… aquella sensación era desconocida
para ella.
A veces, a amargura saben los silencios.
Empujó la pequeña maleta dejándose envolver por el tumulto que abandonaba la
estación y comenzó a respirar una paz inusual, le supo a miel la tranquilidad con
la que se desplazaba bajo aquel enorme reloj.
Tenía un carácter que la traicionaba, le era difícil disimular su estado de ánimo y
esa ironía que la caracterizaba. Y se encontró echando de menos sus sonrisas
pícaras, el rubor de sus mejillas, ese ronroneo hasta meterse entre sus brazos, el
sabor de aquellos labios con sabor a yogur griego que tanto le gustaba y
extrañaba esa calma que en ocasiones eran silencios con sonido a latidos
bombeando…pump, pump, pump.
Le prometió que llamaría cuando llegase… marcó, una llamada, dos, tres…saltó
el buzón y una mueca se dibujo en su cara, nada había cambiado.
-Todo bien y en mí destino… ya hablamos. ¡Vive!
Sonrió pensando en lo que estaría haciendo, la conocía bien.
Al levantar la mirada allí estaba él, observándola sin prisa, saboreando el encuentro,
una lágrima de felicidad rodó por su mejilla, fue acelerando el paso.
Se fundieron en un beso de labios temblorosos y ronroneo hasta acomodarse en
sus brazos y él le dio la bienvenida a su vida.
Copyright Fini López Santos